Desnuda

-Parece que hoy no me veo bien- Pensaba frente al espejo.

Acababa de tomarme una ducha, de esas largas y calientes. La espalda revivía mi humanidad con ese angustioso dolor que me da cada vez que la vida se me vuelve más común. Tiré la toalla y desnuda me senté lejos de mis reflejos, me acompañaba la soledad y una cantidad de libros entristecidos por no tener un lugar de honor. Me paré por mi incienso. Tenía una bolsa de 40 barras llamadas "lluvia" los había comprado en aquél viaje a México en donde lo había llorado por última vez. Prendí la primera y la coloqué en mi viejo madero. Sentí frío, busqué un camisa y me arropé con ella por horas, no era fácil vivir sola. La cama me invitaba a olvidarme del día y terminarlo más temprano de lo normal.
-Son las nueve aún- Muchos pensamientos invadían mi tranquilidad.

Giré a las sombras de mi escritorio y pude ver que había dejado plantada a la pluma y al papel que tenían arreglada una cita conmigo para ese primer día de descanso. Tenían que perdonarme, o quizá estaban acostumbrados.

-Ya son 12 libras menos- Observando las epifises de mi clavícula...

Eran cientos de oraciones e interrogantes que no permitían siquiera cantar esas melodías que sonaban en un "conocido" reproductor.

No quería que las gotas se secaran por completo. Estaba frágil, estaba húmeda, me sentía más mujer al compás de mis pechos al aire, los dedos de mis pies estaban helados, podía sentirse en cualquier momento un calambre y lo estaba esperando.

Devolví la camiseta a su lugar, y me refugié tras una sábana tibia. Era yo, desnuda, era yo, valiente, era yo, sensible.

(continuará)