No te quiero ahora, te quiero de siempre.
Esas formas irregulares de masas conforman el numen que esperaba sin tiempo.
En la mesa hay un vaso, un encendedor morado, mi pluma y tres hojas usadas. En la silla estoy yo.
Esas prácticas de música y desventuras, esas coqueterías burdas y finas, esas frases de lógica y filosofía, esas maneras tuyas.
No te invito a que te quedes, puedes irte, ahora, si quieres. Pero, no pasará más de una noche sin que te tenga de vuelta, en mi mente, en la piel, en la boca, en las piernas.
En el piso hay restos de polvo, de tierra y de lluvia de afuera. En la pared, tu foto. Las cuerdas de la guitarra suenan rápido y delicioso. Mis ojos arden.
Los brillos de luz y el opaco de las campanas retumban con el viento. Ya vas a venir.
(Un septiembre extraño a las dos de la mañana)
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